Historia de un rodaje (Una historia real sobre animarnos a ser elegidos)
Años atrás, cuando estudiaba actuación con mi querida maestra María Laura Santos en la escuela La Odisea Martin Gianola convocó a un casting para uno de sus largometrajes (o telefilms, como a él le gustaba llamarlos). “Presentate”, me dijo Laura. Tímidamente le respondí que lo iba a pensar, ese año me casaba y estaba con muchas cosas en la cabeza. Laura insistió y me convenció.
Martín Gianola entrevistaba a los postulantes en una pequeña mesa de madera en el bar de El Camarín de las Musas. Los que estudiamos teatro amamos esos lugares donde se respira arte y ese tufillo bohemio mezcla de libros, discos y sahumerios. Llegó mi turno. Martín fue TAN amable conmigo que el solo hecho de sentarme en esa pequeña mesa de madera con él había valido la pena los nervios y la ansiedad que sentía por dentro.
“Vas a ser
Marina”, me dijo Martín. Y agregó: “Sos
la Marina que estaba buscando”. Mientras lo escribo me emociono como aquel
día. ¡Al fin alguien me había visto! ¡Al fin alguien me había elegido! ¡Que
chochera!
Muchas veces nos preguntamos por qué no somos
elegidos. Esa pregunta tiene muchas respuestas. Quiero concentrarme sólo en una
que tiene que ver con nosotros mismos. Mostrarnos.
Hay
parte del proceso de cambio de trabajo que podemos manejar. Participar activamente
en reuniones, redes, búsquedas, workshops -entre otras actividades- nos expone,
hace que los demás nos vean, que se enteren que estamos ahí y que sepan cuanto
sabemos, cómo pensamos y, que estamos disponibles para escuchar opiniones y
propuestas.
Vos,
¿cuándo fue la última vez que te mostraste?
¿estás conscientemente dispuesto a la
oportunidad de un cambio?
¿mostrás lo que querés que vean los demás?
Para pensar y pensarse...
Te leo!
Un recuerdo en homenaje a mi querido y
talentosísimo amigo Martin Gianola, donde esté.

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