Habilidades “blandas”: Olvidadas en el País de Nunca Jamás




Cada tanto leo en la red laboral LinkedIn frases inspiradoras como:

"Buscamos personas con mindset colaborativo."

"Buscamos líderes empáticos."

"Nos importa la inteligencia emocional."
"Valoramos la comunicación asertiva."

Hermoso todo. Casi dan ganas de imprimirlas en tazas. Pero después mirás la agenda de capacitación anual… y es todo Excel avanzado, metodologías ágiles y "cómo usar mejor tu Outlook".

La paradoja:

Decimos que las habilidades blandas son fundamentales, pero las tratamos como si fueran un talento innato… o una moda pasajera.
Spoiler: no se nace sabiendo liderar conversaciones difíciles mientras respirás profundo en medio del caos.

Decimos que las habilidades blandas son fundamentales, pero no las entrenamos.

Y eso es un problema serio.

Lo blando no es blando

El término “habilidades blandas” ya es medio tramposo. Suena a algo secundario, suavecito, que se adquiere por convivencia o inspiración divina.
Y acá va el DATAZO: Las habilidades blandas son lo más duro de entrenar.
Porque implican incomodarse, mirarse al espejo, escuchar lo que no queremos oír, cambiar patrones, romper automatismos.

¿Y las empresas? Bien, gracias. 

Muchas empresas dicen que las valoran. Incluso las ponen en su misión, visión y valores. En este punto: Fuerrrrrrrrte el aplausos para la mesa de PowerPoint y de ChatGPT, se ganaron un pasaje al p}País de Nunca Jamás.

A la hora de invertir en desarrollo humano, gana lo técnico. Lo urgente. Lo que "se nota más". Y, si queda presupuesto y algo de tiempo, hacemos un zoom de una horita sobre habilidades blandas para los que quieran sumarse… (listo, se tenía que decir y se dijo!)

Así nos va, mi querido lector: equipos con diplomas y certificados… que no pueden sostener una conversación honesta sin prender fuego el grupo de WhatsApp.


Las habilidades blandas SE ENTRENAN
Y no en un taller de 2 horas con café y medialunas.
Se entrenan en procesos continuos, con acompañamiento, con coaching, con espacios donde no se entrena el saber, sino el ser.

Ahí entra el coaching ontológico, las neurociencias, la PNL y otras herramientas que no vienen a “motivar”, sino a provocar aprendizaje real.


Bienestar organizacional no es sólo tener fruta en la cocina y yoga una vez al mes. Todo eso es bienvenido, sin embargo está muy lejos de:
Fomentar líderes que no griten cuando hay presión.
Fomentar equipos que se escuchan sin sarcasmo pasivo-agresivo.
Fomentar personas que se hacen cargo de lo que sienten y lo que generan.

Fomentar la búsqueda de talento dentro de la organización.

Mi invitación: Volvé del País de Nunca Jamás y comencemos juntos a entrenar en tu empresa las habilidades blandas.


Te dejo algunas preguntas incómodas, con cariño:

  • ¿Tenés un presupuesto real para formar habilidades blandas o sólo te gusta el concepto?

  • ¿Qué estás haciendo para que tus equipos crezcan como personas, no sólo como recursos?

  • ¿Vos mismo, cuándo fue la última vez que entrenaste tu autoliderazgo?

💬 Si de verdad querés una organización sana, humana y sostenible…
necesitamos menos frases de LinkedIn y más procesos de transformación real.
Y eso empieza por tomarte en serio lo blando (y un cafecito conmigo). 

Te regalo este concepto: lo blando sostiene todo lo demás.

¿Conversamos?


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